De entrada nomás fueron violentos. No solo con el gobierno, sino con toda la sociedad. Pretendían que la sociedad se postrara a sus pies y les reconociera lo abnegados que son. También querían que el gobierno abandonara el poder. El corte de rutas fue la expresión más violenta. Aunque no fue la única. También produjeron escraches a políticos y aprietes a Intendentes y jefes de comunas. El desabastecimiento y la inflación fueron las consecuencias económicas violentas de los cortes de ruta.

Se mostraban como la patria oculta que resurgía. Las banderas argentinas flameaban en las casas de los ruralistas y en las de sus simpatizantes. También en los tractores, implementos y camionetas. En las lunetas de los automóviles aparecían calcomanías con la inscripción “Yo apoyo al campo” o “Estoy con el campo” impresa sobre una bandera argentina o entrerriana, al estilo del “Somos derechos y humanos” de otra época.

Los discursos encendidos argumentaban como los perjudicaba el gobierno. Como les metía las manos en los bolsillos. Como estaban perdiendo. Mientras las camionetas nuevitas, los tractores y los implementos (en similar estado) que subían a la rutas, decían lo contrario. Hablaban de que bien les había ido en los últimos años.

El éxito de la acción psicológica se debió fundamentalmente al seguimiento en los cortes de las cámaras de televisión. Ese protagonismo televisivo los convirtió en mediáticos de la noche a la mañana. Muchos concurrían a los cortes porque estaba la televisión. Querían saludar a las cámaras. Las asambleas eran la puesta en escena de un circo armado para acaparar audiencia.

Los medios masivos fueron sus mejores aliados. O quizás los generales del movimiento. El tema del conflicto del campo, acaparó el espacio de todos los noticieros y programas políticos. Estos medios masivos se comportaron así para arrancarle negocios y conquistas al gobierno. Batían el parche todo el día, incluida la madrugada. Finalmente el movimiento se desinfló tanto, que ya no enfocaban la concurrencia porque prácticamente no existía.

El movimiento era sojuzgador, dictatorial y agresivo con la sociedad y con las leyes. Para darle un lustre democrático a ese accionar autoritario, mostraban las asambleas, donde según ellos se resolvía democráticamente. Eran, decían, asambleas democráticas. Pero en realidad funcionaban como un circo armado para difundirlo por la televisión. En realidad eran asambleas beligerantes. Ya que una asamblea por más numerosa y democrática que sea, no puede resolver acciones violatorias de las leyes. Como por ejemplo impedir la libre circulación de las personas y los bienes.

En los tiempos de los cortes, los ingresos de los chacareros eran enormes. Y en vez de convivir, se eligió el enfrentamiento destructivo.

Luego como un castigo divino a tanta codicia e intemperancia, dos azotes enormes pretenden hacernos reflexionar: La crisis financiera y económica devastadora en el mismo corazón de los EE.UU y la sequía arrasadora e impiadosa que se devora los productos del campo.

Otra vez parecen volver las acciones de impedir las ventas y los planes de acción al lado de las rutas. Ya se iniciaron con acciones violentas, como nos tienen acostumbrados. Escarchando a dirigentes políticos y presumiblemente incendiando locales donde se producen reuniones con funcionarios del gobierno, como sucediera en la ciudad de Morteros.

Tienen en su contra (en esta nueva puesta en escena), que la mayoría de la gente ya no los contempla con la inocencia de la primera vez. Ahora los observa con desconfianza. Sabe que estos movimientos tienen mucho más de políticos que de acciones gremiales. Saben además que quieren que se bajen las retenciones solo para favorecer a los 2000 productores que tienen acaparados los granos en los silos bolsa. La gente intuye que este es la segunda parte del plan para desgastar al gobierno en un año electoral.

Señores agitadores del campo, nuestro pueblo no come vidrios. Ya no les cree más. Saben perfectamente que ustedes están detrás de su propia caja.

Tanto los que apoyamos al gobierno como aquellos que no lo apoyan, sabemos que desgastar y debilitar al gobierno, no es conveniente en medio de la crisis tremenda que se nos viene encima. Mucho menos desean que el gobierno se vea obligado a renunciar dejándonos a la deriva, o lo que es peor, en manos de los capitanes que están a la vista. Esos que no nos pueden llevar a ninguna parte. Esos que solo sirven para criticar. Para hacer lindos discursos. Para engrupir giles.

Cosas vedere Sancho.

Juancho militante

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