Juan José Albornoz es justicialista y referente del Movimiento Evita en Entre Ríos. Con esa doble condición se sentará en las primeras filas en el encuentro de este viernes donde estarán Rossi, Pérsico, Taiana y Navarro.

El legislador de Gualeguay forma parte de la Corriente Nacional de la Militancia, por lo tanto el encuentro de este viernes en la Vieja Usina lo encontrará acompañando a la plana mayor del sector que expresa el kirchnerismo puro, sin fisuras. Estarán, a partir de las 19.30, los legisladores Agustín Rossi, Daniel Filmus y Fernando “Chino” Navarro; el ex canciller Jorge Taiana y el referente social, Emilio Pérsico.
-José Pablo Feimann, uno de los intelectuales K no orgánicos, dijo ver con buenos ojos el cambio que estaba haciendo el kirchnerismo en torno a desarrollo político territorial. Esto es fortalecer las agrupaciones sociales ante el poder de la CGT y los viejos caciques peronismo, sobre todo en Buenos Aires. ¿Cómo lo ves?
-Esa es una mirada que aporta al análisis y como tal no deja de tener su riqueza. Pero en la construcción concreta de poder político y social, en términos de política práctica, no ya desde la observación ajena a la arquitectura misma del proceso, es imposible reducir el cambio al reemplazo de ‘la CGT y el viejo peronismo’ por las organizaciones sociales. Podemos discutir qué son hoy los trabajadores, en este contexto histórico y en este modelo económico; y cómo se reconfigura su representación. Incluso cómo se manifiestan hacia su interior las contradicciones generadas por el neoliberalismo que fragmentó a la clase trabajadora. Del mismo modo, el peronismo se redefine en función del nuevo contexto que propuso Néstor Kirchner a partir del 25 de Mayo de 2003. Se discute en su interior la recuperación de su identidad ideológica fundacional y de representación política de los intereses populares.
-¿Y los sectores sociales, por fuera de los partidos?
-Las organizaciones sociales irrumpen como resistencia al neoliberalismo y se afianzan en esta última década, ocupando espacios que el kirchnerismo abrió para ir constituyendo un sujeto político. Los excluidos del ‘90 se expresan en esas organizaciones, de base, piqueteras, que pelearon contra la desocupación y la miseria en la década previa al 2001. Más que reemplazo hay una reconfiguración relacionada con los cambios en las relaciones productivas y laborales, generados por el ciclo económico capitalista. La contradicción principal, el antagonista de este bloque heterogéneo, son los grupos económicos concentrados, las corporaciones.
-La renovación del peronismo: ¿en qué medida se puede dar?; ¿en esa renovación también está la integración de otros sectores políticos y sociales?
-La renovación metodológica y dirigencial se da permanentemente, aunque hay una preeminencia en esta coyuntura de los sectores juveniles y de clase media en cuanto al protagonismo político, y esta es una novedad del proceso kirchnerista. Pero en las estructuras formales la renovación tiene menos espacio, porque la gestión o si se quiere la burocracia viene reciclándose desde 1983. Claro que si algún momento ha sido propicio para promover recambios es precisamente este.
-¿El sindicalismo también es materia de renovación, o debe serlo, para el proyecto?
-Sin dudas que los trabajadores, todos los trabajadores; es decir los que están en blanco, los en negro, los precarizados, los tercerizados, los informales, y así todos los pedazos en que se ha ido fragmentando a los trabajadores; deben promover su organización convergente y la pelea por iguales derechos para todos. Hay una incipiente dirigencia sindical que adhiere al proyecto nacional y reconoce el liderazgo de Cristina. Pero siempre lo nuevo se sostiene en lo viejo o conjuga elementos del pasado. El cambio es eso. Y el proceso de reunificación de los trabajadores y la construcción de una representación sindical con vocación patriótica es parte de la lucha que tenemos que dar.
-¿Cuál es el aporte del kirchnerismo al peronismo y viceversa?
-No hay kirchnerismo sin peronismo, aunque nadie niega que hay un peronismo no kirchnerista. El aporte de Néstor al proceso político argentino ha sido devolverle al peronismo su carácter de ser ‘el hecho maldito del país burgués’. El peronismo vuelve a estar en un terreno de disputa con la oligarquía, a sostener su sentido nacional, popular y latinoeamericanista. Pero si algo sostiene este nuevo proceso es la memoria histórica, que de algún modo constituye lo que hoy llamamos kirchnerismo. Es como darle la razón a Evita y afirmar con ella, aunque parezca crispación o moleste a la mentalidad liberal, que el peronismo será revolucionario o no será.
Fuente: Página Política
(La Nota digital)













