En la audiencia desarrollada este jueves en el Tribunal Oral Federal de Paraná, en la causa Harguindeguy, hubo dos testimonios. Declararon Alfredo Reesel, ex trabajador del Cementerio Municipal de Gualeguaychú; y el ex intendente Daniel Irigoyen.

El primero habló sobre dos inhumaciones que se hicieron en esa necrópolis; mientras que el último, relató sus cuatro años de detención con lujo de detalles.

Reesel, era el encargado del cementerio de esa localidad cuando en el ’76 se hallaron restos de un cuerpo en el Balneario El Ñandubaysal. En este sentido, el trabajador señaló que fue el «juez Juárez Ahumada que le solicitó la inhumación» de los mismos.

Por otra parte, confirmó que que Juan Carlos Mondragón, imputado en la causa, quien le solicitó poder tomar fotografías desde arriba de los nichos cuando se produzca la inhumación del cadáver de la «chica Guastavino». Explicó que debido al reglamento eso estaba prohibido por eso no accedió.

A su vez, señaló que desconoce cuál era el motivo de la solicitud del penitenciario. El hombre, de pocas palabras, no se extendió mucho más su declaración.

En búsqueda de un mundo mejor

Irigoyen, dirigente peronista destacado en la política provincial, quien fue intendente de Gualeguaychú, senador por ese departamento y actualmente es funcionario provincial, se sentó luego ante el Tribunal para contar su trajinar desde su detención en el año ’74 hasta el 29 de diciembre de 1978 en que quedó en libertad en Chaco.

Irigoyen, tal cual los testimonios de todos los detenidos políticos de esa ciudad, es peronista y su militancia comenzó en la Casa de la Juventud. «Militábamos por un mundo mejor», afirmó en varias oportunidades.

El hombre, fue detenido en Paraná por la Policía de Entre Ríos, estuvo en la Unidad Penal de esta ciudad, luego fue enviado a Gualeguaychú, posteriormente a Coronda y luego, le tocó subir al avión Hércules que transportaba más presos entrerrianos y tenían como destino Resistencia.

Habló de las torturas y vejaciones sufridas en cada traslado y también precisó apellidos de los represores que en su momento lo golpearon y torturado.

Aunque se lo vio fuerte en su relato, Daniel no pudo contener su emoción cuando le tocó hablar de Norma Noni González, resaltó el trabajo militante de la joven (aún desaparecida). También contó su relación con Oscar Desorzi, quien vivió algún tiempo en su casa de Paraná cuando cumplía el Servicio Militar.

Irigoyen, dijo que no sabe por qué no tuvo la posibilidad de irse del país, como sí la tuvieron otros militantes. Indicó que si bien estaba autorizado y tenía todos los papeles listos, e incluso sabía que junto a Noni, Rodera y otro compañeros más iban a irse a Perú, nunca lo pudo concretar.

El dirigente, hizo también una clara diferencia dentro de la dirigencia de la Iglesia, por un lado la «jerarquía» y por el otro, los curas que militaban la doctrina social.

Finalmente, Irigoyen dijo que a pesar de todo lo pasado «no pudieron quebrar nuestras convicciones, salimos con las mismas que entramos», afirmó.

Fuente: radio LT14

(La Nota digital)

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