Los que tenemos experiencia de vida sabemos perfectamente que existen los malos tiempos. Malos tiempos que se suceden a continuación de los buenos tiempos. Siendo por esa inmediatez entre ambos y por sus notables diferencias, que los advertimos inmediatamente. Componiendo ambos escenarios, los ciclos de bonanzas y de penurias que experimentan las personas, por circunstancias y dificultades económicas.

Transitar desde los tiempos de penurias a los tiempos de bonanzas siempre despiertan buenos estados de ánimo; inclusive, estados de euforia. Contrariamente, pasar de los tiempos de bonanzas a los de estrecheces, penurias y dificultades, originan estados de ánimo contrarios a los de esas manifestaciones eufóricas. De ahí que a los procesos más agudos de detenimiento de la economía se los califique como de depresión económica. Es por eso recomendable, que durante los tiempos de bonanzas y abundancias, seamos capaces de prepararnos para los tiempos más difíciles por venir. Para que los tiempos de estrecheces, nos encuentren con reservas de todo tipo. Pero sobre todo con reservas intelectuales y espirituales, para poder atravesar las tempestades, con mayores posibilidades de éxito.

En nuestra querida España, para quienes la queremos mucho. Nada hacía suponer que las condiciones establecidas por lo que conocíamos como Estado de Bienestar, pudieran haber desaparecido, como lo han hecho tan intempestivamente. Encontrándose, sobre todo las nuevas generaciones, acostumbradas a un excelente nivel de vida. Un nivel de vida que literalmente se ha esfumado o desaparecido, como si hubiera sido arrastrado por un Tsunami. Dejando en la calle, sin trabajo y sin vivienda, a personas que por esas extremas circunstancias, materiales y espirituales, eligen el suicidio como única salida. Observándose en los países Europeos los efectos que una década atrás, sufriéramos nosotros.

Es decir que siempre es posible que aparezcan los malos tiempos por las razones que fueran. A veces porque existen razones de características climáticas y ambientales que posibilitan su entrada en escena. Otras porque no se implementan las políticas correctas que se deberían instrumentar para anticiparse a los malos tiempos. También, porque desde sectores muy poderosos de la economía mundial y del escenario local, se sabotea nuestra economía, con el objetivo de hacerse con el poder político.

Sea por lo que fuera, siempre debemos estar preparados para afrontar los malos tiempos. Los que a veces están a la vuelta de la esquina.

Eugenio García

(La Nota digital)

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