El alto grado de competitividad que se ha alcanzado entre los consumidores integrantes de la sociedad de consumo actual, es debido a la exacerbación de la ostentación y del exhibicionismo que se realiza con los bienes y los servicios a los que se accede con un determinado nivel de ingresos. A lo que se suma, la asociación de felicidad y consumo que han instalado entre nosotros quienes manipulan nuestra subjetividad, como el más importante rasgo cultural de los nuevos tiempos.

Lo que ha aumentado considerablemente el malestar de las personas, debido a que las mismas no dejan de comparar en todo momento sus propios consumos, con los consumos realizados por los demás (*). Como si el valor intrínseco de las personas estuviera referido a los precios de los bienes y servicios que logramos consumir. Comportándonos como si en realidad, fuéramos según lo que consumimos. Actuando en respuesta a los enormes incentivos que las empresas utilizan para poner en el mercado sus productos y lograr que los potenciales consumidores respondan positiva y mansamente a sus requerimientos. Endeudándose peligrosamente, si eso fuera necesario, para adquirir lo que se les ofrece. Siendo estas empresas de primera línea, las que ponen en funcionamiento un marketing-extorsivo cada vez más depurado, utilizando herramientas absolutamente innovadoras, destinadas a movilizar al consumidor hasta arrastrarlo a adquirir los nuevos bienes y servicios ofrecidos por ellos en el mercado. Conminándolos a seguir adquiriendo los productos que los mantengan actualizados, so pena de expulsarlos de los círculos que se encuentran a la vanguardia del consumo de los últimos modelos, que han aparecido para tentar al mercado. De tal calidad argumentativa es el marketing empleado, que logran incrementar las ventas de productos y servicios que luego no se pueden utilizar por no existir la infraestructura que lo posibilite, como sucede en el caso de la telefonía celular. Donde los nuevos modelos de teléfonos móviles, al requerir mayor ancho de banda para poner en funcionamiento sus nuevas prestaciones tecnológicas, afectan con sus nuevas demandas considerablemente a un sistema que se va quedando cada vez más obsoleto, por no haberse ampliado como corresponde, debido a la falta de inversiones de las propias empresas del sector. Todas estas nuevas adquisiciones y consumos de todo tipo, se comparten y se muestran en las redes sociales como etiquetas del éxito. Quedando todos los demás aspectos realmente sustanciosos de los seres humanos y de las comunidades que integran, en un segundo plano. Lo que resulta algo tan inmodificable como lamentable.

(*) http://www.elperiodico.com/es/noticias/tecnologia/facebook-provoca-envidia-desenfrenada-2301678

Eugenio García

(La Nota digital)

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