Es muy difícil formar ingenieros en el momento actual, porque son muchas las causas que incidieron durante décadas a castigar a quienes abrazaron la profesión. Por ser esta una profesión difícil y compleja que desafía a los personas a insistir en realizar enormes esfuerzos para incorporar los conocimientos.

Las décadas que se sucedieron luego del golpe militar de 1976 hasta hace solamente diez años atrás, fueron enormemente corrosivas. Además que durante esas décadas nos dejamos inundar tanto en el sistema educativo como en el ámbito familiar por pedagogías que orientaron a tratar de educar sin autoridad, para proseguir con orientarnos a educar a las nuevas generaciones sin que intervenga el esfuerzo ni el sacrificio de quienes se encuentran en su rol de educandos. Para terminar en estos tiempos donde se sostiene que se debe estudiar e incorporar conocimientos, jugando vídeo-juegos. Queriendo y consiguiendo inocular en la mente de los docentes que cada estudiante debe construir libremente sus propios conocimientos. Minimizando el rol del docente a ser simplemente alguien que oriente, contenga y acompañe en la construcción del aprendizaje. Es así como desde hace décadas los educandos se creen con derecho a cuestionar las asignaturas que integran los planes de estudios, sin tener la más mínima idea ni la más mínima experiencia, en el significado de cada asignatura en la formación de las personas que pretenden formarse en determinadas disciplinas. Usando como brújula si la materia y determinados contenidos les gustan o les disgustan, como si estos fueran los platos de un menú de restaurante. Además otras de las condiciones que le exigen tener a un determinado contenido, es que el mismo sea divertido, como si estos fueran los programas que integran la grilla televisiva. Siendo que los contenidos más importantes y formativos de los estudiantes son los más demandantes de esfuerzos y sacrificios. Ambas palabras que se pretenden eliminar cada vez más del accionar de las personas que estudian. El daño que nos hemos hecho al incorporar estas creencias, que fueron introducidas como modas pedagógicas, es mayúsculo. Cambiar el rumbo hacia donde lamentablemente nos dirigimos, costará mucho esfuerzo de todo tipo, ya que hay que dar un viraje significativo a un cambio cultural nefasto con el que nos hemos perdido en el laberinto. Una tarea que requerirá de un gran convencimiento y de un acompañamiento docente por ahora inexistente, por encontrarse cooptado por ideas tan atrayentes, como fantasiosas y perniciosas.

Eugenio García

(La Nota digital)

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