Todo los días y en cada uno de los distintos programas de la televisión comercial, el tema de la marihuana se encuentra presente. Los que están en contra de su consumo son mostrados como fascistas, autoritarios, anticuados, detenidos en el tiempo, etc. Mientras que los que están a favor de su consumo, declarándose consumidores habituales, se muestran actualizados con los nuevos tiempos, modernos, tolerantes, de cabezas abiertas, etc.

Siendo además mostrados, como personas superadas que utilizan otra órbita mucho más divertida para transitar su existencia en contraste con quienes no se animan y por lo tanto no lo hacen, dejando de percibir su cuota parte de “felicidad”. Como se hacía en otras épocas cuando se estimulaba la venta de lavarropas, mostrando la diferencia de un ama de casa que lavaba su ropa fregando a mano, en contraste con la otra a la que se mostraba utilizando un lavarropas, para ese momento, de última generación. Tanto hablar del tema, permite ir auscultando la predisposición de la sociedad, a través de encuestas, sobre el grado de tolerancia a que la sustancia sea legalizada y permitida para su consumo. Algo que evidentemente sucederá en no mucho tiempo más. Un tiempo más, que dependerá de cuando la población se encuentre “madura” para aceptar definitivamente su consumo habitual. Es decir, cuando ya no presente oposición a su consumo, por considerar que oponerse, es una batalla perdida. Muchos sostenían y aún lo hacen, que la marihuana es la puerta de entrada para el consumo de otras sustancias de mayor peso específico, como la cocaína, el paco, las drogas de diseño, etc. Los que están a favor de su legalización, la muestran como si fuera una sustancia que funciona dificultando el consumo de otras más pesadas. Es decir, también como una puerta, pero entornada, que disuadiría del acceso al consumo de otras más adictivas y destructivas para su salud por parte de los consumidores. Siendo este el argumento que se utiliza para proponer legalizar su producción, distribución y venta de la sustancia por parte del Estado en el Uruguay. Además se manifiesta, que produciendo, distribuyendo y vendiendo la sustancia, se ocasionaría tal perjuicio a los narcotraficantes que los pondría en retirada. Una sobreestimación de los resultados, a mi entender, absolutamente fantasiosos. Ya que quienes manejan el segundo negocio a nivel global, por detrás del comercio de armas, no dejarán arrebatarse el mismo tan fácilmente y menos en el ámbito de un minúsculo país. Experiencia uruguaya que de ser exitosa, contagiaría a otros países de la región. Al parecer, el precio del producto puesto en el mercado de la marihuana estatal, resultaría ser aproximadamente el doble del que ofrecería el narcotráfico. Una guerra comercial que ya se desató aún antes de que aparezca la oferta del Estado uruguayo.

Enlace: http://www.ideasrapidas.org/marihuana.htm

Eugenio García

(La Nota digital)

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