Por supuesto que no me estoy refiriendo a los que marcan los límites de la cancha de futbol. Es decir, que no me estoy refiriendo al canchero que cuida el campo de juego del estadio y lo mantiene en condiciones para el próximo partido. Remarcando los límites con pintura blanca, además de reponer el césped que se destruye por la acción del pisoteo de los jugadores, regándolo convenientemente.
Me estoy refiriendo a los que marcan los cambios de época en las que nos tocará vivir en adelante. Los que eso hacen son enormemente poderosos, mucho más poderosos que la mayoría de los gobiernos de los distintos países. Ellos son los que deciden como vamos a vivir, que vamos a consumir, que debemos producir, cuales métodos utilizaremos para educar y cuáles son los roles de los miembros de las familias que integramos. También nos imponen usos y costumbres que una gran mayoría acepta sin chistar. Sin siquiera darse cuenta que están obedeciendo una orden y que por lo tanto están siendo manipulados. Además nos imponen: el peso corporal, las medidas de las cinturas que debemos ostentar y los músculos que debemos cultivar para parecernos al modelo de belleza física por ellos decidido. Son tan poderosos que la inmensa mayoría se muestra incapaz de desobedecerlos. Siendo capaces de revelarse y enfrentarse violentamente contra los gobiernos y las autoridades constituidas de todo tipo, pero mostrándose extremadamente sumisos y obedientes como para no desobedecer el dictado de la moda. Y si se visten con pantalones raídos y también con pantalones rotos, lo hacen simplemente porque está de moda. Los que nos manipulan en todo sentido, han decidido que las nuevas generaciones lo pasen todo lo divertido que se les antoje. Para lo cual han liberalizado el sexo, en función de que este se practique y se consuma a discreción. Han generado y han producido nuevas pedagogías para que estudiar sea lo más parecido a concurrir a un club social, donde se practican deportes y se producen intercambios sociales, aunque concretamente, se aprenda muy poco. Ya que las dificultades que provoca la incorporación de conocimientos, crea situaciones de displacer en los educandos y la idea es que todo sea divertido y carente de conflictos. De esa manera experimentarán el placer del disfrute y de la “felicidad”, consumiendo los consumos básicos que satisfacen a los seres humanos, que no han sido formados para experimentar la felicidad con mayores niveles de profundidad. El arsenal para construir un mundo divertido y feliz, se compone de: sexo a discreción, mirar televisión y consumir música también a discreción, tener acceso a juegos electrónicos en todas las pantallas a las que tiene acceso, chatear con amigos y amigas en las redes sociales, consumir pornografía, etc. Es decir, que ante la aparición de un problema de cualquier naturaleza, encuentren con total facilidad los atajos para transformar esa preocupación en divertimento y evasión. Los que marcan la cancha saben perfectamente que de esta manera no habrá cuestionamientos de ningún tipo hacia la sociedad que los mantiene satisfechos y sobre todo entretenidos. Ya que es el aburrimiento esa sensación que se debe eliminar de cualquier manera. Sobre todo, lo que se debe impedir a cualquier precio, es la reflexión sobre lo que está pasando con su propia vida. De las sociedades de consumo como la nuestra, evidentemente no surgirán héroes capaces de inmolarse por una idea. La marihuana legalizada, se sumará prontamente a la oferta divertida que completará las distintas alternativas de vivir la vida divertida. Esa diversión que dibuja una sonrisa permanente, que muchos creen que es la expresión de la felicidad.
(La Nota digital)













