«En Argentina existe una excesiva dependencia de las instituciones religiosas por la pobreza e ignorancia del pueblo que no entiende que otorgar poder a ese tipo de entidades atenta contra su propia libertad», dijo Renzo Righelato, integrante de Entre Ríos Laica.
A un año de que Jorge Bergoglio fue electo monarca del Estado del Vaticano y el lobby que se montó en el país a partir de ese acontecimiento, “luchar contra las instituciones religiosas que quieren influir en asuntos públicos se presenta, más que nunca, como un imperativo categórico, ya que influyen negativamente en las políticas públicas o en la administración de la justicia, atentando, así, contra lo único que tiene un ser humano, es decir, su libertad”, comentó Righelato a la agencia APF.
“La religión sigue siendo el opio de los pueblos que adorna con flores las cadenas que lo oprimen a los trabajadores”, remarcó el militante social, quien apuntó que “no sólo que legitiman el statu quo sino que también influyen negativamente en derechos liberales como la libre elección de los sujetos sobre sus propios cuerpos, es decir, el derecho al aborto no punible, la utilización de estupefacientes o la muerte digna”.
En ese marco, rememoró dos aspectos en los que la Iglesia Católica jugó un rol fundamental en el país: “el uno, que los tres obispos de la Iglesia Católica Apostólica Romana del Virreinato del Río de la Plata se opusieron al proceso de formación nacional iniciado en mayo de 1810; el otro, que durante la última dictadura cívico-clerical-militar la institución de Bergoglio legitimó el secuestro, tortura y desaparición de quienes consideraban como herejes por sostener ideas distintas, prácticas hartamente conocidas por esa institución que en la Edad Media destruyó y saqueó pueblos en sus cruzadas y condenó a millones de inocentes por considerarlos herejes”.
En ese marco, aclaró que el kirchnerismo “nunca estuvo peleado con la Iglesia, porque, efectivamente, nunca cortó los recursos que el Estado nacional gasta en idolatrar estatuillas o bendecir armas, ya que los sacerdotes y seminaristas de la Iglesia cobraron 35,9 millones de pesos anuales en carácter de sueldos y viáticos pagados con el erario público durante el 2010, 2011 y 2012, a lo que hay que sumarle el capital que se destina para escuelas públicas de gestión privada clerical y subsidios que otorgan los gobiernos provinciales y municipales”. Pero precisó que el principal escollo que genera el Estado güelfo “no es el dinero que se gasta sino los perjuicios que se generan a partir de la ética cristiana que impide avanzar en un sistema normativo que haga más libre a los sujetos y los responsabilice de su propia existencia, donde el individuo se reconozca en las Leyes”.
Desde una perspectiva local, Righelato dijo que “hay una influencia bastante negativa en Entre Ríos ya que, por ejemplo, aún la provincia no adhirió a la Ley nacional de Ligadura de Tropas y Vasectomía; hace poco cayó en la Cámara de Diputados el proyecto de muerte digna; tampoco la Legislatura se atrevió a discutir la prohibición de íconos religiosos en espacios públicos; o, lo que es peor aún, se incorporó en la Constitución provincial la idea del niño por nacer”.
Pero remarcó que en la provincia también “hay un otros problemas que no debe dejar de discutirse como por qué curas pedófilos no están en la cárcel o por qué el gobierno, en vez de aumentar la presión impositiva sobre los trabajadores, no le cobra impuestos al ‘mayor evasor’ del Estado entrerriano , es decir, la Iglesia Católica, que además recibe subsidios”.
Al respecto, argumentó que “el pago de diezmos a la Iglesia se realizaba cuando no estaba escindida del Estado en el Medio Evo, por lo que el argumento para sostener la exención impositiva y, además, regalarle plata y pagar sueldos y pensiones sin una contraprestación se tornaría un absurdo”.
“Cobrarle al clero en una sociedad de clases no es una locura, sino que representaría un avance del Estado en su consolidación democrática”, dijo Righelato quien comentó que en Zamora, España, se impuso a la Iglesia Católica el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), por lo que con esa medida el gobierno local intenta paliar el déficit que afecta a tantos ayuntamientos españoles.
Libertas o civitas dei
“Si algo es claro y distinto es que la Iglesia es una organización que sostiene y legitima las relaciones sociales dominantes: el capitalismo y el patriarcado, por lo que se infiere que va en contra de la libertad de las mayorías oprimidas aunque éstas, por la ideología, es decir, la falsa representación, adhieran a las creencias del imperialismo de la religión universal (καθολικός) que se basa en la debilidad y la cobardía del sujeto, que utiliza el pensamiento mágico basado en la autoridad como una herramienta de fuga en vez de pararse y luchar por sus propios medios y otorgar su propio sentido al mundo”, indicó.
Es preciso remarcar que “los vientos del fin del mundo” desprecian la ciencia y la libertad en sí, valoran la revelación y las relaciones estamentales, legitiman el sufrimiento generado por el mercantilismo que los ayudó a expandirse para la salvación del sujeto (kairos), es decir, naturalizan la dictadura del capital y de las relaciones de producción, por lo que su límite es la distribución de la riqueza y eso no es igualdad.
“Dios es el eco de nuestro grito de dolor”, afirmó Feuerbach, por lo que los pobres y los devotos sumidos en el temor a la vida por sus culpas (Schuld), educados bajo la cruz de la Iglesia y no bajo un programa cognitivo emancipador, son el objetivo. La libertad esta ahí, lista para ser conquistada», finalizó Righelato.
(La Nota digital)













