Carlos Hugo Sánchez, sargento de la Policía Federal, admitió que participó del traslado de un preso por delitos “de índole subversiva”, desde la delegación de la fuerza hasta Comunicaciones, en los cuarteles del Ejército de Paraná.

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Allí lo esperó hasta que salió de vuelta. “Era una persona joven, que tenía entre 20 y 25 años. Un varón. No me acuerdo su cara ni su cuerpo”, señaló, en el marco de la Causa Área Paraná. Agregó que al mando de los operativos de viaje “siempre había un oficial de la ‘Oficina Técnica’”, en coincidencia con otros testimonios de policías que ya se produjeron en esta etapa de plenario. Refirió que el imputado Cosme Ignacio Marino Demonte “siempre vestía de civil” y, a raíz de una pregunta, consintió que había una relación entre la “Oficina Técnica” y lo que ellos llamaban “delitos de índole subversiva”. “Y sí, pienso que sí, pienso que sí”, recalcó, tras la inquietud de la abogada querellante Sofía Uranga.

De Análisis

Este viernes, con el traslado de una comitiva judicial hacia el domicilio del último testigo citado, Hugo Barrios, finalizaron las testimoniales en el juicio que se tramita por escrito, por delitos de lesa humanidad cometidos en Paraná durante la última dictadura cívico-militar. Habrá que esperar todavía para los alegatos, ya que la Cámara Federal de Apelaciones debe resolver antes una serie de cuestiones que plantearon las partes en el transcurso del debate.

En la megacausa Área Paraná se investigan secuestros, torturas y homicidios contra 52 víctimas, de las cuales cinco permanecen desaparecidas: Claudio Fink, Victorio Coco Erbetta, Carlos Fernández, Juan Alberto Osuna y Pedro Sobko.

El juicio tiene ocho imputados: los militares José Anselmo Appelhans, Jorge Humberto Appiani, Oscar Ramón Obaid y Alberto Rivas; el policía federal Cosme Ignacio Marino Demonte; la ex carcelera Rosa Susana Bidinost, el policía provincial Carlos Horacio Zapata; y el médico civil Hugo Mario Moyano. Otros treces represores no están sentados en el banquillo de los acusados porque fallecieron o fueron separados por razones de salud.

El juez de sentencia es Leandro Ríos. Los fiscales que intervienen son Mario Silva y José Ignacio Candioti. Los querellantes son Marcelo Baridón, en representación de un grupo de víctimas, al igual que Martín Uranga, Edgar Olivera y Juan Antonio Méndez; Florencia Amore y Marcelo Boeykens, en representación de Hijos Regional Paraná; y Lucía Tejera, por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

En tanto, Appiani ejerce su autodefensa; José Esteban Ostolaza y Martín Clapier defienden a Moyano; Alberto Salvatelli, a Bidinost; Guillermo Retamar, a Demonte; y José Alberto Boxler fue designado por el Ministerio Público de la Defensa.

“Traslados por delito de índole subversiva”

Fue una audiencia de ratificación testimonial, no porque el sargento de la Policía Federal haya declarado en la causa, sino porque lo hizo en el procedimiento militar ante el juez Juan José Pignoux. Dijo que al único imputado de la causa que conoce es Cosme Demonte, por ser éste un oficial de la Policía Federal. En ese sentido, sostuvo que su relación con el acusado se limitó al ámbito laboral. Acotó que no sabe de “la fuga” de Coco Erbetta, motivo por el que fue citado en la Instrucción Militar.

Sánchez ingresó a la Policía Federal en el ’71 y hasta el ’75 estuvo en Buenos Aires. “Desde el ’75 hasta el ’97 estuve prestando servicio en distintas reparticiones en Paraná”, asentó. Pero en los años críticos de la represión fue cabo de la Guardia Interna de la Delegación de la fuerza.

Este viernes habló de los operativos de traslado a detenidos por delitos de “índole subversiva”. No declaró con soltura, pero sí, paso a paso, fue admitiendo varias cuestiones. Indicó que de esos traslados “siempre estaba a cargo un oficial de la ‘Oficina Técnica’” y de esa forma vinculó a los presos políticos con ese sector del que participaba Cosme Demonte. “En los traslados participaba un chofer, un uniformado y un oficial de la ‘Oficina Técnica’”, describió. Deslizó que quien acompañaba, el uniformado que no era responsable del operativo ni el chofer, “era alguien que estaba disponible en la guardia” interna de la Delegación de la Policía Federal.

Negó que se encapuchara a los presos y aseguró que siempre iban esposados adelante. Afirmó que no vio a nadie sujetado por detrás. “Siempre era por la muñecas, adelante o también se colocaban las esposas en una mano del detenido, atado a un oficial”, aseveró.

En particular, recordó un traslado desde la Delegación a los cuarteles del Ejército, a Comunicaciones. Supuso que el motivo del viaje fue para que el detenido “declare”, aunque jamás contó a quién se lo entregó en el Ejército y en calidad de qué iba a declarar allí. “Lo llevamos el chofer, yo y no sé quién más. Recuerdo que lo esperamos afuera. Era verano, de mañana, y hacía calor”, asentó, pero no recordó la cara ni el cuerpo del detenido. “Creo que lo trasladamos en el Falcon amarillo”, dijo en primer lugar, luego dudó de que el viaje haya sido en ese vehículo o en una camioneta “azul o celeste” que pertenecía a la Policía Federal. “Era un traslado por un delito de índole subversiva”, admitió.

En el relato, Sánchez no mostró cierta soltura, por lo cual el juez terminó preguntándole si tenía temor por contar. El testigo lo negó. “Es que me olvido porque pasó mucho tiempo”, se excusó.

Sobre el detenido recordó que “era joven y tenía entre 20 y 25 años”. “Era un varón”, agregó. “El oficial de la Oficina Técnica estaba a cargo del traslado e iba vestido de civil. Nosotros -por él y el chofer-, sólo lo llevamos”, se despegó. Además, sostuvo que había una relación entre los “delitos de índole subversiva” y la “Oficina Técnica”. “Sí, pienso que sí, pienso que sí”, recalcó cuando le insistieron con las preguntas.

“Muchos más”

Por otro lado, Sánchez describió cómo estaban dispuestas las distintas oficinas en la Delegación de la Policía Federal. Dijo que había dos calabozos. Reconoció que a cargo estaba el suboficial Faustino Fernández, y manifestó que la “Oficina Técnica era la brigada que trabajaba de civil en la calle y se dedicaba a lo político”. Allí ubicó al oficial principal Osvaldo Luis Conde, al entonces cabo Daniel Antonio Motta, al cabo Artemio Schumacher, al suboficial Oscar Hugo Rivarola “y muchos más”.

“No sé qué clase de trabajo hacían. Eran de la política y no sé bien de qué”, acotó. “Trabajaban en la calle y seguro mandaban informes a Buenos Aires. Pasaban lo que sucedía en la Delegación. Nosotros no teníamos acceso a la oficina de ellos que estaba en el primer piso. Si teníamos que llevar algo llegábamos hasta la puerta”, afirmó.

A Demonte lo reconoció como uno de los oficiales de la “Oficina Técnica”. “Siempre trabajaba en la calle y estaba a disposición de las órdenes del subcomisario. No era mi superior. A veces también hacía guardias”, indicó.

(La Nota digital)

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