En el mes de la salud mental, algunas reflexiones del docente y escritor Alan Robinson.

-¿Qué lugar te parece que ocupa la salud mental en la agenda pública?

-Bueno, primero pensar en de qué hablamos cuando hablamos de salud mental. Mi lectura es que en Argentina la idea de salud mental es la idea de la Organización Mundial de la Salud — OMS.

La definición de salud mental jurídica que se usa en Argentina es la definición de salud mental de la OMS, en función exclusiva y mecanicista de la productividad y el aprendizaje; entonces hay una idea de salud mental en función del trabajo, como lineal, como un estado de bienestar para poder desarrollar las potencialidades en función del aprender y del trabajo. Considerando eso, no es la idea de salud mental que yo tengo.

Manejamos una idea de relación con las normas jurídicas y las normas tácitas del sentido común y de la moral progresista, una idea de salud mental en función de una relación de obediencia y de acatamiento de las normas jurídicas y de las normas progresistas, o si se quiere, de las normas republicanas y demócratas.

El lugar que ocupa la salud mental en la agenda pública argentina viene, al menos desde el año 2010, ganando protagonismo en función de la agenda pública de la OMS porque la salud mental se ha vuelto prioritaria de la OMS en los últimos 20 años, y también en los últimos 20 años se suman los debates sobre salud mental, neurodiversidad y discapacidad.

teatro

-¿Cómo ves el funcionamiento de los dispositivos de salud mental?

-Yo soy docente y escritor, yo puedo dar cuenta del funcionamiento de la cultura y de la educación. Por algún extraño motivo se me pregunta sobre salud mental. A veces pienso en los medios de comunicación cuando en el tren entrevistan a los trabajadores sobre economía. Entonces, lo primero que intuyo a suponer es que el sistema de salud mental se encuentra en crisis.

Yo no uso los servicios de salud mental públicos y privados hace una década, sin embargo constantemente estoy relacionado de alguna u otra manera porque me preguntan o me informo sobre cómo funcionan los dispositivos de salud mental.

Veo dispositivos liberales y neoliberales en el sentido de la atención individual de la salud mental, no en el sentido de la atención comunitaria del bienestar de nuestras comunidades sino del bienestar del individuo. En ese sentido, tomando como una fecha bisagra en Argentina el año 2010, que se sanciona la ley nacional de salud mental, veo que en estos últimos catorce años los dispositivos de salud mental continúan siendo liberales y neoliberales, en el sentido que priorizan la atención individual de la salud mental; es consecuente con lo que reclama la OMS: aumentar las partidas presupuestarias a la atención de la salud mental. Que termina siendo la atención de la salud mental individual. Entonces lo que veo es más dinero para los trabajadores de la salud mental para que atiendan la salud mental individual, un proyecto económico.

La salud mental se atiende como para maximizar la productividad de los trabajadores, de las clases bajas, medias y altas.

Entonces lo que veo es un proyecto económico, no un proyecto sanitario, los dispositivos funcionan tanto en la agenda pública y de salud como un proyecto económico, no como un proyecto sanitario de atención de la salud pública, sino como un proyecto económico, es decir, mantener la salud mental, estándares de salud mental para aumentar la productividad.

Bueno, eso es una opinión muy personal, una opinión personalísima. Veo que los dispositivos de salud mental funcionan en la actualidad para mantener el orden establecido, entendiendo la salud mental como obediencia y la enfermedad mental como desobediencia. Entonces lo que veo es que hay más droga-dependencia o más tratamientos psico-farmacológicos para que el sistema económico no colapse.

Teatro

-Respecto a la aplicación de la ley de salud mental, ¿qué evaluación haces de los gobiernos anteriores y del actual?

-Bueno, también una opinión personalísima: hago una evaluación muy triste (Kirchner, Fernández, Milei). Una evaluación muy triste, en el sentido que ninguno cumple (cumplió) con su responsabilidad ética, democrática, política para con la República Argentina de implementar la Ley Nacional de Salud Mental. Ni aún contando con las indicaciones de la OMS y las evaluaciones periódicas del Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas — ONU — que indican por ejemplo, la des-institucionalización. Nada de eso ha sucedido.

Entonces hay una confusión muy general, es una consecuencia de catorce años de ineptitud política de los distintos ministros y ministras de salud, directores y directoras de salud mental de Argentina, que no han hecho las reformas necesarias en tantos años; insisto, tomando el año 2010 como un año único, un año icónico, donde se sanciona la ley nacional de salud mental. Entonces hay una confusión general, nadie sabe la diferencia entre un hospital general y uno monovalente que son ilegales, públicos y privados, los loqueros. Todo hospital monovalente que tiene camas exclusivamente para la internación por problemas de salud mental es un loquero, un hospital monovalente. Están prohibidos desde el año 2010, se tendrían que haber cerrado en el año 2020, no se cerraron. La evaluación que hago es que hubo ineptitud, malicia o manipulación política de la información, oportunismo.

Entonces llegamos al año 2020 sin hospitales monovalentes cerrados. Todos abiertos, todos los loqueros abiertos. Y recientemente la triste noticia del intento de cerrar el Hospital Bonaparte, el Loquero Bonaparte. Y bueno reacciones, actitudes reaccionarias; reaccionario en el sentido de una ley, que se supone de orden público, la ley nacional de salud mental, que indica que hay que cerrar los loqueros.

Hasta el gobierno anterior los sectores progresistas decían que había que cerrar los loqueros. Ahora los sectores progresistas dicen que no hay que cerrar los loqueros: entonces, en qué quedamos.

Me llama la atención que el actual gobierno haya degradado al Ministerio de Cultura a Secretaría de Capital Humano y el Ministerio de Salud no lo haya podido degradar, lo quiso degradar a Secretaría de Salud, pero no lo pudo degradar. Supongo que hay intereses y mesas chicas que yo las desconozco, las ignoro, pero sé que están ahí. Porque yo recuerdo que al Ministerio de Salud, el Poder Ejecutivo no lo pudo degradar a Secretaría de Capital Humano, pero lo quiso hacer el gobierno actual.

Mi evaluación es muy triste, tanto de los gobiernos anteriores como de este gobierno, sobre la implementación de una Ley sancionada en democracia por el poder legislativo y que en catorce años no se ha implementado.

No es solo responsabilidad del gobierno, también hay una responsabilidad de los distintos sectores progresistas: en la imposibilidad cultural, social, de implementar las transformaciones de la Ley nacional de salud mental.

(*) Licenciado y profesor de arte dramático por la Universidad del Salvador. Publicó los libros «El eskape del panóptico», «Actuar como loco», «Jorgino», «El cuerdismo», «Teatro del viento» y «Teatro del fuego».

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Foto. archivo

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