Poemas de Fabiana Jakubowicz.
Cuando tus manos mueran
Yo no voy a empujar
tu silla de ruedas
cuando te quedes
sin piernas
voy a cargar
tu cuerpo hecho
de un torso
dos brazos
y una cabeza
siempre tuviste
el corazón muy cerca
de los extremos
como si estuvieras
mutilado
y fueras solamente
un latido, agua desnuda
cuando tu cabeza se desprenda
voy a inclinar mi espalda
como un tobogán
para que ruede
tu cabeza loca
a tus brazos
les daré
mi lombriz lastimada
y vuelta a crecer
para que tus dedos
escarben
voy a llenarme el ombligo
de azúcar
de migas de pan
de piedras
y cuando tus manos mueran
voy a cocinar su carne
a fuego lento
dejaré entrar el humo
el motor de tu aroma
voy a fumar tus cenizas
a respirar
por primera vez
tu mismo aire
así es como cargaré tu cuerpo
entonces
ya no hará falta
seguir rompiéndonos
vos para ser
un corazón puro
yo
para ser amada
por cada una
de tus partes
nunca más
enteros
nun
ca
m
á
s
después de amar
F. Jakubowicz (El agujero que nos une)

La abuela no paraba de hablar
La abuela
no paraba de hablar
porque el mundo
corría el peligro
de congelarse
tras la fiebre
que se llevó
a su padre
tras los paños fríos
el borsh recién servido
sobre la mesa cayó
muerto el padre
y las bocas se abrieron
en un silencio
que todo lo tragó
La abuela no paraba de hablar
y yo hubiese querido
levantar una baldosa
cavar un túnel
huir sin que nadie
lo note
será que las palabras
tenían un pegamento
porque no lograba
levantarme del sillón
ella decía:
“mi prima segunda
era un caso muy raro
cada tanto
se quedaba ciega
y solamente recuperaba la vista
bañándose en el mar
eso le pasaba por tener enamorados
decía la baba grande
mi prima se enamoró dos veces
y en pleno invierno
la llevaron al mar
y se curó la ceguera
pero oy veis mir
se agarró una neumonía”
y después decía
“mi padre fue
cantante de opera
en la gran ciudad de Odesa
tenía una voz maravillosa
lástima que en aquella época
no existían los antibióticos
se murió tan joven
tan kleine muchachito
por la infección en la muela
oy veis mir”
y volvía a decir:
“main ketzale,
no comas tanto chocolate
hay que cuidar los dientes
mame sheine
sabías que mi papá
se murió por la muela
y a mí el chocolate
me da patadas al hígado
no estés enojada
no comas tanto chocolate”
la abuela no paraba de hablar
y a veces
sentía
que me ahogaba
con su voz
era
una gota constante
en medio de los ojos
pero esa voz
algunas noches
contaba cuentos
cuando yo
niña asmática me quedaba
sin aire en la estepa fría
esas noches
era un almíbar en el que
mis oídos
sí querían
quedarse
“te voy a contar la historia
del muchacho que vivía en Rusia
y le gustaba mucho ser cantor
con cajones de madera
construía un teatro
en el almacén de su padre
entre las bolsas de mijo y garbanzos
tenía que cantar a escondidas
porque el padre era un señor muy antiguo
y le había prohibido dedicarse a las artes
pero el cantorcito era feliz
cantando de noche
cuando todos dormían
inflaba la panza así como un globo
para respirar con mucho aire
y cantar muy fuerte
el muchacho cantaba
y se ponían a bailar
los ratones que estaban escondidos
atrás de las bolsas de papa
se hacían una fiesta bárbara
porque cuando alguien
canta con el corazón
una magia invisible
se produce
y resulta que los clientes del almacén
misteriosamente
después de comer un guiso de legumbres
terminaban tarareando
canciones que nunca antes habían escuchado
y un buen día
todo el pueblo
se puso a cantar una misma canción
la maestra
el policía
el carpintero
los chicos
abrieron las puertas de las casas
y salieron todos a la calle
a bailar y a cantar como si fueran
todos una misma persona
un solo cuerpo
y una misma voz”
Jakubowicz (El agujero que nos une)
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Camposanto
No tuve tiempo de buscar un camposanto
para Naranja. Muy rápido se descomponen los cuerpos.
La vida urge. No tuve tiempo de cavar
en las honduras. Confieso
la puse en una bolsa negra de residuos,
brillaba como un mármol. El camión de basura
era un carro fúnebre, los muchachos recolectores
abejas reinas, el motor una canción
de despedida. La culpa es del tiempo Naranja
es también el rayo que ataca a las nubes
a las 5 y media de la tarde
y las fulmina
(“Como un yuyo brota”, Editorial Niña Pez, 2019)

BI0 BREVE
F. Jakubowicz nació en 1970 y reside en Buenos Aires.
Psicoanalista, poeta y canta autora.
Fue cantante, compositora y tecladista en las agrupaciones: Almarupay y Musinautas
Formó parte del dúo La hilacha( canciones y musipoemas del desatino) y actualmente presenta la obra performática Raras especies, con el auspicio del Fondo Nacional de Las Artes.
Publicaciones:
// Como un yuyo brota (Editorial Niña Pez, 2019), que generó una serie de video poemas realizados en colaboración con la cineasta Claudia Averbuj.
// Habrá sido un presagio (El andamio ediciones, 2022)
Es integrante del colectivo Poesía al fuego que organiza varietés en distintos espacios culturales.
Es integrante del trio performático “Señora monstruo”














