RELIGIOSIDAD POPULAR. A fines del siglo XIX, cuando las comunicaciones entre los pueblos tenían al caballo y al chasqui como el medio más rápido y eficaz, el correo de Feliciano se llamaba Lázaro Blanco.
Hombre joven, había demostrado su pericia unos años atrás, cuando el dueño de una estancia quería una diligencia en Paraná, la capital de la provincia, distante a 300 kilómetros. El no conocer la ruta y no haber buenos caminos no desanimó a este joven para ofrecerse. Su coraje y determinación hizo que llevara a buen término la misión. “Hazte fama y héchate a dormir” dice uno de nuestros dichos populares. Y en este caso se hizo realidad. A partir de ese momento Lázaro fue el “correo oficial” de las estancias del pago.
Un día el comisario del pueblo necesitaba enviar un recado urgente hacia la comisaría de La Paz. Como era importante le pidió al Chasqui Lázaro Blanco que le hiciera la gauchada. Había un sólo problema: se estaba armando una tormenta. Pero esta dificultad es sólo para los cobardes. Lázaro aceptó el mandado. El comisario, como para amenguar los riesgos, le ofreció al mensajero que llevara su caballo, un tordillo. Era de sabiduría popular que este pelaje no atraía los rayos. Desgraciadamente, tres días después, una partida policial encuentra el cadáver del gaucho y de su caballo. Como arreciaba la tormenta se bajó del caballo y se refugió en un gran algarrobo. Gran error, porque el árbol atrajo un rayo que lo mató junto a su montado. La partida lo entierra en ese lugar y, cómo es costumbre nuestra, clavan una cruz de palo con su nombre inscripto.
MÁS ADELANTE
Había una gran sequía en Feliciano, y un criollo del lugar tenía puestas vacas en arriendo en el campo de una señora. Como las aguadas se secaban le pidieron al paisano que saque sus animales del campo. Triste iba el hombre con su tropa, condenada a la muerte o a la malaventa para salvar algo. En eso pasa por delante de la cruz que marca el lugar de la muerte del chasqui. Desde lo profundo de su corazón le hace una oración: “Lazarito Blanco, si hacés llover te hago un monolito en el cementerio”. A la noche cayó un “aguacero madre”, de esos que hay que pedir que pare para que no haya inundación. El hombre cumplió su palabra y comenzó así la fama de milagrero.
EL TUIT
El 7 de septiembre de 1886, Lázaro debe ir hasta la ciudad de La Paz y traer el dinero para los sueldos de los… https://t.co/UAkXKVbIZ1
— Realidad Regional (@RealidadRegion) 5 de septiembre de 2016
(La Nota digital)