La ley y el escrache

J. Federik

Hasta hace un tiempo a la salida de Tribunales, había grupos de personas que se manifestaban por la libertad de personas imputadas y realizaban muestras de solidaridad de distinto tipo.

Una cosa muy diferente es el escrache a los abogados. Más grave aún, si se ha producido dentro de los Tribunales. Esto es inadmisible, intolerable y no puede volver a ocurrir. El abogado está ejerciendo la defensa de una persona perseguida por la justicia. Sin él no hay ni puede haber proceso alguno. Hay quienes ven en el abogado un auxiliar de la justicia. Están muy equivocados.

Puede haber proceso sin testigos, sin peritos, sin policías, pero jamás sin un abogado defensor. El abogado es esencial, como lo son –única y exclusivamente- el juez y el fiscal.

Este carácter de esencial del abogado proviene de la naturaleza del proceso penal. Su dignidad, en cambio, de su función estrictamente protegida por la Constitución. Es la defensa de una persona que es perseguida desde el aparato judicial del Estado, sin que el abogado cuente, como es el caso de los otros actores esenciales, con la protección que implica su pertenencia. Por eso la ley lo equipara a un magistrado mediante una norma específica del Código de Procedimientos Penales. No se trata sólo de una consideración honorífica, lo hace para reconocer –expresamente- que le otorga la misma protección de aquellos.

Ningún abogado puede ser molestado en el ejercicio de sus respectivos roles y menos en el ámbito en que deben cumplir su deber inalienable. Dentro de la Sala de Audiencias el juez, en ejercicio de la Superintendencia debe ordenar la expulsión de persona o grupo de personas que de cualquier manera interfieran la intervención de los abogados o fiscales, si es que no correspondiere la inmediata detención.

En los ingresos y pasillos debe hacerlo quien tiene la Superintendencia y el Poder de Policía dentro del edificio. Estos hechos no pueden volver a repetirse. De una buena vez debe aplicarse la norma del art. 129 CPPER.

Foto. archivo
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