A. O. Freire

“Mientras han ido aumentando las desigualdades, ha ido creciendo la violencia, delincuencia, el fundamentalismo político…”.
Un hombre se cae, quizás se resbaló o tuvo un desmayo. Pero nadie le ve. Todos pasan ensimismados, con su vista al frente. El hombre pide ayuda. Nadie le escucha. Muchos pasan con sus audífonos a todo volumen. El hombre se retuerce de dolor. Nadie dice nada. Piensan: solo es un viejo borracho, otro más sin techo. Ese hombre padece 9 horas de intenso frío y se muere de hipotermia. Es Rene Robert de 84 años, un fotógrafo profesional suizo reconocido en este medio.
Los parisinos sienten que los mendigos, los drogadictos, los inmigrantes, le afean a su “beau Paris”. La ciudad que recibe a más turistas en el mundo, es cada vez más insensible, autómata, zombi. Francia prefiere ignorar a los pobres. Es mejor no verles, no escucharles, no hablarles. Como en todas las grandes ciudades del mundo, pero también entre sectores medios y ricos de algunos países de Europa.
Fui invitado a dar unos talleres en Ginebra. Caminando por las calles me extrañó que nadie me miraba, todos pasaban viendo al frente y en silencio sepulcral. Comenté con amigos suizos. Me respondieron: por qué crees que aquí viven los famosos: ricos, artistas, deportistas; aquí nadie les molesta con fotos o autógrafos y pueden pasear tranquilos. Me quedé estupefacto. A donde hemos llegado. Cada vez más: un mundo despersonalizado, individualizado, egoísta.
En Ecuador seguramente le habrían ayudado al hombre, pero en Guayaquil o Quito, primero le hubieran robado sus pertenencias y luego alguien habría hecho algo. Esto no sucedía hace unos 30 años. Mientras han ido aumentando las desigualdades, ha ido creciendo la violencia, la delincuencia, el fundamentalismo político, suicidios, femicidios. Y ante tanta violencia, muchos creen que es mejor hacerse los ciegos, sordos y mudos. Me recuerdo de un coach empresarial, que decía: “Preocúpate de tu vida. Nadie te debe nada. El país no te debe nada. Sacrifícate lo que más puedas. Sacrifícate si quieres tener éxito”. Solo cabe decir: Pobre Mundo.
(*) Columnista de El Comercio